Hablar de poesía

Hablar de poesía no es algo que pueda hacer con todo el mundo. Comentar apasionadamente un texto, compartirlo, o bien, leer lo último que escribí, o pensar en voz alta con alguien de qué va tu escritura.
Hace tiempo que extraño poder hacer esto, juntarme con gente y poder hablar de ello. Hasta de literatura en general. Hablar con alguien que no sea de la facultad, claro. Alguien que escriba o lea.
Desde hace un tiempo, debo reconocer, desaparecí de los lugares que solía frecuentar: lecturas en los bares, básicamente (parace que la poesía en esta ciudad no tiene otros espacios, si bien últimamente se están abriendo hacia otros ámbitos).
Me había cansado de escuchar siempre a la misma gente, de ver a la misma gente, y hasta de leer siempre mis mismas cosas. No soy como esos autores/as que tienen cierta diarrea en su pluma.
Bien, concedo esto. Hasta también por una cuestión política empecé a decir no a las invitaciones para ciertas lecturas. Pero este es otro asunto que no viene el caso poner aquí.
Por suerte con Adri Borga pudimos intercambiar mucho ese tiempo que estuvimos estudiando juntas. Por medio de los comments de la bloga, algo pudimos cruzar con la Bea/Xenia, a Ire no la cuento porque juega de local muy cercanamente, algunas veces con Ana Lía Gabrieloni, sobre escritoras feministas puedo con Gabriela Adelstein, leo los post de Hester, por MSN hemos trasnochado algunas veces con Absurdita.
Pero aquí, aquí cerquita nada. Además muchas cosas de las que se están escribiendo ahora las siento como lejanas. Aunque no sé, por lo que estoy escribiendo en estos días, creo que estoy más cerca de lo que me imagino.
Pero hablar, ir a tomar un café o cerveza y hablar de poetry, no. Hace mucho. Será cuestión de mandar señales de humo, y quizá algo o alguien aparezca.